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domingo, 19 de julio de 2009

"Héroes de guantes blancos y barbijos". (Nota diario El Territorio 19.7.09)

En el medio de la crisis que generó el avance de la gripe A en la Argentina, quedaron los trabajadores de la salud que día a día enfrentar al virus, atienden pacientes y además deben seguir con su vida cotidiana. El Territorio compartió una mañana con los trabajadores de salud del camión sanitario y el personal de emergencias del Hospital Ramón Madariaga afectados a la atención de las consultas, donde en los últimos días se recibió en promedio a 120 personas por días.“Déme su mano”, dijo Teresita Acuña, quien lleva 20 años de trabajo como enfermera. “Es que tocaste el pasa manos y te podés contagiar”, aclaró mientras untaba alcohol en gel.Parece una película pero es la vida real, todos están vestidos con delantales blancos, guantes de látex y barbijos. Cada media hora se limpia todo con lavandina y el olor a alcohol penetra ni bien se pone un pie en el camión.Desde que empezó la pandemia todos trabajan de 8 a 20 y llegaron a atender a 300 personas por día. Ahora, con el amesetamiento de la enfermedad, atienden un promedio de 120 pacientes por día.“Al principio la gente venía con pánico y nosotros hacíamos más de contención porque no había mucha información, nosotros no tomábamos la dimensión de la enfermedad hasta que nos desbordaron a mediado de junio”, recordó Teresita más tranquila.“Nunca viví lo que viví ahora. Muchos jóvenes enfermos y todos de buena clase social. Lo puedo comparar con lo que yo viví cuando trabajaba para el programa provincial de Sida, cuando aparecieron los primeros casos de HIV en la provincia en la década del 90, pero no había tanto pánico como se vivió ahora”, reconoció la enfermera, que se toma un minuto de descanso antes de seguir recibiendo pacientes.En la semana la Asociación Trabajadores del Estado (ATE) resaltó que el 50 por ciento de los empleados estaban engripados, mientras que desde Salud Pública desmintieron esa información y resaltaron que estaban cubriendo las bajas. Mientras, el Diario Crítica de la Argentina en su edición del miércoles realizó un informe donde se afirma que el 10 por ciento de las víctimas de gripe A son profesionales de la salud. Acuña tiene cuatro hijos adolescentes y reconoció que “al principio mis hijos tenían miedo de que me enferme o que me contagie, pero es mi trabajo y yo estoy expuesta como muchos otros colegas que cayeron”. “Llegaba y me mandaban a bañar, no los podía tocar hasta que no me bañaba. La gente también tenía miedo al principio, ahora como que tomó más conciencia”, relató.“Muchos de los pacientes que venían a atenderse acá son de clase media alta y muchos aprendieron a valorar la Salud Pública, porque iban a un sanatorio y no les daban respuestas. Entonces venían acá que se les hace todo gratis. Muchos volvían para seguir con las consultas y otros simplemente para agradecer”, resaltó.
Aprender con el paciente
Diego Escalante lleva cinco años como especialista en obstetricia y ginecología y comentó que “en la facultad estudiamos la gripe A, pero la porcina, esto es todo nuevo porque el virus mutó y fue una lucha diaria hacerle entender a la gente eso”. “Me acuerdo que hubo un paciente que vino con mucha carga emocional y con una violencia reclamando los medicamentos y le dije ‘mirá yo sé tanto como vos, para mí también es nuevo todo esto y todos los días cambia’ y ahí se calmó”, confesó.Hoy, con casi dos meses de la presencia del virus en Misiones, el especialista explicó: “ya tenemos un patrón. Lo miras a los ojos, la nariz con muchas mucosidades y un ruido en los pulmones y ya sabes que ese va a placa (radiografía) y si no tiene neumonía tiene una complicación”.A la hora de buscar una comparación, el galeno sostuvo: “lo tengo que comparar con la campaña del dengue, pero la verdad es que nunca viví una situación donde la gente tenga tanto miedo. Si venía el chico con síntomas, la mamá y el papá ya nos pedían que le recetemos el antiviral para ellos, que no tenían ningún síntoma, pero por las dudas ya pedían”.“Todos estamos expuestos, tuvimos muchos compañeros enfermos por gripe y nosotros extremamos la prevención tanto acá como en casa”, contó el médico, que tiene a su señora embarazada de ocho meses.“Llegar a mi casa es todo un tema porque llego y voy directo al baño, trato de no estar en contacto porque ella es parte del grupo de riesgo, el miedo siempre lo tenés presente”, indicó.Y dejó su mensaje: “Hay gente que no cree que esto pasa, que es un invento de los laboratorios, pero te puedo dar fe de que existe, es muy grave y ataca muy rápido, eso es lo más peligroso. Un día estás bien y a los tres días podés estar en terapia intensiva”.“La gente ahora tiene más información, pero no baja la ansiedad y la carga emocional cuando llega a la consulta. Lo que hay que dejar en claro es que el que tiene síntomas debe consultar al médico y si tiene gripe debe hacer el reposo y cumplir con todo el período de aislamiento y no al tercer día cuando se siente un poco mejor salir a pasear”, sostuvo el facultativo.
Residentes de la gripe A
En el consultorio de campaña que se levantó en la entrada de emergencia del hospital están Romina Soledad Lana, Lia Scherer y Yamila Sottile que son residentes y trabajan en la atención de los pacientes.El barbijo y los guantes de látex son obligatorios pero las chicas no se terminan de acostumbrar a la nueva indumentaria.“Estábamos acostumbradas cuando tenés una cirugía o en lugares específicos, pero ahora tenés que estar las 12 horas con barbijo, cambiarte, cambiar los guantes, todo por prevención, porque sino quedás expuesta”, explicó Yamila, residente desde hace un año y además mamá de una beba de cuatro meses “tengo miedo por mi hija, pero es mi trabajo y estamos dando un servicio que a la gente le sirve”, agregó.Lana es chaqueña y cumple su tercer año de residencia “nos llamaron para atender a los pacientes y brindar un apoyo a los médicos porque a mediados de junio no dábamos abasto”.“Todos estamos expuesto. Acá atendés un paciente, después tocás el celular, el sello y lo llevás a tu casa y tu hijo jugando en un descuido se lo puede llevar a la boca y listo”, explicó.Lana es mamá de una nene de tres años que hace unos días se engripó: “lo primero que te pasa es culpa, sentís que vos lo contagiaste, pero después mi marido, que es cirujano, me tranquilizó. Igual vivís con miedo”. Por último Scherer comentó: “aprendimos la gripe A en la Universidad, pero todos los años evoluciona, así que debimos hacer un curso de capacitación cuando todo empezó en México”. Las escenas de Posadas se repite en cada hospital, caps o Salita, donde los héroes de guante blanco y barbijo le dan pelea a la gripe A.

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